Texto de
Antonio Victor Boragina Farina (Tony)
Incertidumbre del qué, cómo, cuándo y dónde de un “evento” que irrumpe como urgente.
Como de secreto pacto de silencio me esforcé por preservar la espontaneidad surgente, frente a la estructura de mi mente que marca el deber ser cotidiano.
Extraña excitación de transitar la cuidad de luces cercanas hacia un lugar determinado que como punto de ignición, como centro de blanco, iniciarían la reacción (como en cadena), el cartel de Mc Donals marcaba la frontera entre ambos mundos.
La premura por que comience su llamado nos lanza en carrera torpe por las calles plagadas de velocidad, con su pesado cuerpo de metal aleado.
La consigna estaba determinada,… y todo comenzó a suceder….
El Gong presentó sus dos rostros brillantes, y el primer sonido irrumpió en esa noche casi otoñal descorriendo la cortina de cacofonía urbana, dando paso a los armónicos que en inconfundibles acoples de ondas perfectas crearon esa fusión única.
Y todo comenzó a suceder en cascada de causalidades….
La milicia irrumpió con su paso marcial y el gong con sus mil voces melodiosas de armónicos que cantaban su paz, la bandera se arrió lenta y serena y ese rito ya nunca será el mismo.
De pronto los oídos de la muchedumbre comenzaron a despertar de su eterna catalepsia, y el ritmo de su frenética carrera comenzó a ceder a la dulce invitación de melodías de paz,….y con asombro, con desconcierto, y sorpresa, la gente que despierta descubre su mensaje vibrante, enérgico, penetrante e inconfundible.
Las almas fueron emergiendo al sonido cobrando vida.
La consigna se volvió de acero en mí y fui espectador de existencias ajenas y de mí mismo.
El mensaje escrito del folleto ya no era suficiente y la comunicación gestual de señas e imágenes aparecieron, y la imagen de Sai Baba me decía un…yo también, yo comparto, yo soy ello.
Mi sonrisa y la falta de respuesta irritan a algunos...impacientes.
De pronto el Amor irrumpe en uno y otro beso apasionado de aquella pareja distante, pero que yo incorporo al paisaje.
Muchos observan, se detienen, escudriñan su alma.
El abrazo del final, marca el comienzo de lo que vendrá.
El maestro llamó y yo solo dije que si.